A eso de las diez, cuando faltaba poco más de una
hora para el tan vaticinado momento,
tuvo una idea : “si el mundo debe acabarse hoy, al menos que me pille leyendo”,
de modo que cogió “Alicia en el País de las Maravillas”, se acomodó en el sofá,
y empezó a leer.
Debió quedarse dormida, pues cuando abrió los ojos y
miró su reloj de pulsera vio que eran las ocho de la mañana. “Jo, me he perdido
el fin del mundo”, se dijo. Levantándose de un salto, corrió a la ventana y al asomarse vio que, efectivamente, fuera
no había mundo.
Las casas, las calles, el cielo… Todo se había
desvanecido. Inexplicablemente, su casa seguía estando allí, si es que hablar
de “allí” tenía algún sentido en aquellos momentos.
Fue recorriéndola habitación por habitación y
comprobó que todo seguía igual que ayer, nada había cambiado. Pero al abrir la
puerta principal, que daba a la calle, simplemente ya no había… Nada.
“Esto sí que es realmente curioso” dijo Nerea en voz
alta, pues verdaderamente no había otro modo mejor de describir aquella
situación.
Por un momento, consideró la posibilidad de salir a
echar un vistazo, pero rápidamente desechó esa idea, porque era evidente que no
se podía llegar a ningún lado yendo a Ninguna Parte.
“Lo bueno de todo esto” se dijo para animarse, “es
que tengo una excusa inmejorable para no ir a trabajar”, así que se fue a la
cocina, se sirvió un buen tazón de leche con cereales y encendió la radio, pero
al constatar que no podía sintonizar ningún canal, cayó en la cuenta de que
todas las emisoras debían de haberse esfumado. Lo mismo, dedujo, sucedería con
la tele y el resto de aparatos eléctricos, y con el agua corriente.
Esto le planteaba un serio inconveniente. Podía
vivir sin los lujos de la electricidad pero ¿qué hacer cuando ya no quedase
agua que beber ni nada que comer?. No podía alimentarse solo de libros. Además,
aun pasando por alto esos problemas… Lo cierto era que aquello de estar sola,
sin nadie con quien hablar, a quien abrazar o con quien discutir se le antojaba
bastante deprimente. Ya podía verse a sí misma, en un futuro inciertamente
lejano, hablando con los muebles sobre lo bonita que se veía la Nada aquel día.
Después de pensarlo detenidamente, llegó a la
conclusión de que solo había dos opciones: una era quedarse allí sentada hasta
morir de aburrimiento e inanición; la otra era salir a la Nada, a ver qué
pasaba. “Lo cierto es que sería interesante averiguarlo”, pensó.
De modo que, presa de un arrebato de curiosidad, se
levantó, abrió la puerta principal y miró fijamente hacia la Nada. ¿Qué ocurriría a continuación? ¿Se
desvanecería o iría a parar a algún
sitio? ¿Quizá caería eternamente en aquel vacío?
Decidió que
lo mejor sería coger carrerilla, así que retrocedió unos pasos y, sin
pensárselo dos veces, corrió hacia la puerta. Ya estaba a punto de cruzarla
cuando, con un estremecimiento, abrió los ojos. La sensación era de haber hecho
un largo viaje, pero lo cierto es que seguía sentada en el sofá. Miró el reloj
y vio que eran las ocho. Levantándose de un salto corrió hacia la ventana y
vio, sorprendida, que el mundo volvía a estar allí.
Las casas, las calles, el cielo… Todo había vuelto.
¿O quizá nunca se había ido? Al volver al sofá vio que el libro había resbalado
hasta el suelo. Lo recogió, y observando el dibujo de su pequeña protagonista,
dormida a los pies de un árbol, a punto de volver de aquel extraño País de las
Maravillas, suspiró. “Ojalá” pensó, “hubiese tardado un poco más en
despertarme. Me habría gustado ver que había en Ninguna Parte”.
Que pena que despertó tan pronto.
ResponderEliminarUn saludo
Rubenson
Una preciosidad, María, es un relato dulce como pocos. Mi enhorabuena.
ResponderEliminarBesos.
Gracias :)
EliminarMe gustó, sobre todo por sus disquisiciones filosóficas.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy lindo, sería fantástico tener sueños tan vívidos... felicitaciones...
ResponderEliminarUn relato narrado de una manera sencilla y muy bonita, como un sueño fantástico.
ResponderEliminarUn saludo!!
Es llenar esa nada lo que nos impulsa a soñar.
ResponderEliminarMuy bonito.
Un saludo.
Es un relato precioso y has sabido perfectamente cómo crear esa atmósfera similar a la que nos encontramos en los libros de Alicia sin perder ni un ápice de tu originalidad y estilo. Felicidades, me ha gustado mucho :)
ResponderEliminarGracias, me alegro :)
Eliminar¡Que mal que despertó tan pronto!
ResponderEliminarYo también quería saber que había en ninguna parte.
Hasta ahora este ha sido mi relato favorito, por el toque fantástico que le diste, además es como tierno. Me gusta la idea de Ninguna Parte como lugar.
ResponderEliminarSaludos, te sigo.
Es sin duda mi relato preferido del proyecto. Me ha gustado mucho y con una nueva perspectiva del fin del mundo.
ResponderEliminarBesos!! ^^
Fantastico, me ha encantado esa Nada, a mi tambien me hubiese gustado saber que esconde. Muy bien escrito. Beso
ResponderEliminarWow, un fin del mundo con alicia :P
ResponderEliminarMe hubiera gustado encontrar un conejo blanco en el relato jajaja
Muy original.
que bonito, me ha encantado¡felicidades!
ResponderEliminarPositividad en estado puro, simplemente me encanta :)
ResponderEliminarUn relato sencillo y bonito, un placer su lectura.
ResponderEliminarMuy linda historia, y escribes muy lindo. Saludos.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMaría: Mis felicitaciones por tan buen relato.
ResponderEliminarNuestros sueños nos llevan a veces a mundo extraños, pero, cuando despertamos ¿estamos en la realidad? o ¿es el sueño el mundo real?
Cariñosamente: Doña Ku
¡Horribles sueños que se acaban antes de tiempo!
ResponderEliminarMe encantaron muchos detalles de esta historia.
Me gustó mucho tu historia!,
ResponderEliminarMe imaginé dando ese saltito que uno da al despertar de un sueño muy vívido!
Felicitaciones!